Un símbolo de libertad en movimiento
Este elegante edificio «danzante» tiene una historia excepcional. La parcela estuvo vacía durante décadas después de ser arrasada por los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. En los turbulentos años ochenta, el arquitecto checo-croata Vlado Milunić vivió en el edificio colindante, y fue vecino del disidente Václav Havel, quien más tarde se convertiría en el líder de la Revolución de Terciopelo y presidente de la República Checa. Cuando Milunić contó a Havel sus planes de construir un edificio moderno en el solar, éste apoyó la idea desde el principio, pues esperaba que el edificio se convirtiese en un centro cultural. Havel encontró un banco holandés dispuesto a financiar la construcción, pero el banco condicionó su respaldo a que se contase con la ayuda de otro arquitecto. La elección recayó sobre el canadiense Frank Gehry, que empezó partiendo de los planos de Milunić y elaboró el proyecto final en 1996. No todo el mundo quedó complacido con esta creación asimétrica en medio del centro histórico de Praga, pero para muchos el edificio pasó a simbolizar el reconocimiento de la libertad, la democracia y la arquitectura moderna mundial.
Especialidades francesas en un marco panorámico
Para disfrutar de este extraordinario edificio al máximo, empiece la noche en el lujoso bar de cócteles del restaurante Céleste que se encuentra en la planta baja, donde crearán para usted bebidas clásicas y modernas en un abrir y cerrar de ojos. A continuación, tome el ascensor hasta el último piso y escoja una mesa, a ser posible junto a la ventana. Mientras disfruta de especialidades francesas como la langosta o el pot au feu, tendrá unas magníficas vistas del castillo, del río Moldava y de los tejados rojos del viejo distrito de Malá Strana. Naturalmente, también puede degustar una selección de excelentes vinos y champañas franceses. En verano, el panorama de Praga es aún más espectacular desde la azotea.