Animales y plantas exóticas
No parece coincidencia que esta ciudad, de arraigadas tradiciones culinarias (y platos hipercalóricos), albergue un parque donde le apetezca pasar el tiempo al aire libre. La gran superficie de césped evoca la misma energía que Central Park, que también data del 1857. Una forma excelente de explorarlo es con Vélo'V, las bicis de la ciudad, aparcadas en casi cualquier esquina de Lyon. Otra opción es dar una vuelta en la barca de remos, hidropedales o en una de esas bicis familiares con una sombrilla. Lo más conocido de la Tête d’Or son los rosales, el zoo y el jardín botánico, donde la entrada es gratuita. El Jardín Botánico es especialmente agradable, con un bello naranjo y los invernaderos monumentales del siglo XIX. El invernadero más antiguo, la Serre Hollandaise, contiene una gran colección de plantas carnívoras. En el jardín también encontrará bellas plantas, como los nenúfares. Aquellos visitantes que prefieran la fauna a la flora, deben visitar el zoo histórico. Como el resto del parque, el zoo se construyó hace más de 150 años y acoge elefantes, cebras, tigres, leopardos y anacondas. Hace unos años se creó una sabana africana donde más de cien animales pueden moverse libremente.
Diversión infantil
Además del zoo, la Tête d’Or ofrece muchas atracciones para niños. Visite los dos tiovivos antiguos, con figuras pintadas a mano, los antiguos karts y botes eléctricos donde puede navegar. Otra atracción única es el teatro de marionetas del parque, el Théâtre de Guignol. El personaje Guignol, uno de los principales personales de los espectáculos franceses de marionetas, se crearon en Lyon en torno al 1800.