La reforma del siglo XXI
El puente de hierro fundido tiene 43 metros de largo y 3,7 metros de ancho, alcanzando los 3 metros de altura sobre el Liffey. Quizá no sea un gran puente, pero es muy apreciado por los locales. Sin embargo, los habitantes no han estado siempre tan enamorados de su Puente Ha’penny. En los años cincuenta, se colocaron feos anuncios en el puente y en los ochenta, se asfaltó sobre los tablones de madera, colocándose además feos postes de luz en hierro fundido a ambos lados del puente como "decoración”. Y por si esto no fuera lo bastante malo, el puente estuvo iluminado con luz azul una temporada. Afortunadamente, las cosas cambiaron en 2001 tras realizar un estudio que mostró que el puente era utilizado por 27.000 peatones al día. En 1816, el Dublín pre-industrial contaba con una población de solo 200.000 personas. Construido para el paso de 450 viandantes al día, los cimientos de doscientos años del puente no se habían diseñado para esta carga. El ayuntamiento estaba preocupado por preservar su herencia histórica y por la seguridad de los usuarios del puente. Había que hacer algo. El puente se cerró y comenzaron las tareas de restauración graduales que duraron nueve meses. Un equipo de expertos de Belfast, reparó cuidadosamente más de 1.000 elementos del puente y le devolvieron su color blanco original. Al final, el 85% de los materiales originales se conservaron y solo hubo que sustituir algunos soportes de carga. Se habilitó más espacio a cada extremo del puente para permitir a los peatones esperar cómodamente a que cese el tráfico.
La experiencia dublinesa por excelencia
Hasta la inauguración del cercano Millennium Bridge en el año 2000, el Puente Ha’penny era el único puente peatonal sobre el Liffey. Aún hoy, el Ha’penny cuenta con un lugar especial en los corazones de los dublineses. Mucha gente acude solo para disfrutar de las vistas sobre el río. Desde ambos lados es posible apreciar claramente la combinación del Dublín nuevo y antiguo. Y si el viento sopla en la dirección correcta, la brisa le traerá la esencia de la fábrica de Guinness para completar su experiencia dublinesa.